He probado en clase una propuesta del libro Tranquilos y atentos como una rana, de Eline Snel: hacer cajas para las preocupaciones.
A los niños le ha encantado la idea de tener un lugar físico donde colocar sus preocupaciones y así liberar sus cabecitas, y se han puesto manos a la obra con mucha creatividad. Uno me ha preguntado:
– Y qué hacemos cuando la caja está llena?
– Son cajas mágicas, le he contestado. Después de poner una preocupación dentro, soplas en la caja y la preocupación desaparece.
Ha sonreído, aliviado.